¿Quieres ver hoy un milagro?

Pasa con la inminente cuaresma lo que con las navidades... que hay quienes se empeñan en anunciarla con excesiva antelación -y no lo digo por el mensaje del Papa, que se hace público cuando procede-. En mi modesta opinión, se corre el riesgo de dejar pasar lo mejor de la vida si sólo nos emocionamos en los tiempos fuertes; que sí, son especialmente significativos (espero que la misma dedicación que se pone en el adviento y en la cuaresma sea depositada en el tiempo cristiano por excelencia: la PASCUA) pero, al hilo del Evangelio del Domingo VIII del Tiempo Ordinario, quizás no venga de más releer los últimos versículos en labios del Señor Jesús: "No os agobiéis por el mañana, porque el mañana trae su propio agobio" (cfr. Mt 6, 24-34). No vaya a ser que nos perdamos los preciosos regalos que el Señor nos hace cada día...

Os dejo una canción que ponía la guinda a una película familiar entrañable La telaraña de Carlota (Charlotte's Web -Gary Winick, 2006-), deliciosamente interpretada por Sarah McLachlan...

La paz…

“La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

- la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y –como aconsejaba san Francisco de Sales- teniendo ‘un poco de dulzura consigo mismo’, para ofrecer ‘un poco de dulzura a los demás’;

- la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;

- la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.”

Papa Francisco.

Mensaje para la celebración de la 52 Jornada Mundial de la Paz.

1 de enero de 2019

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Thomas Merton. Semillas de contemplación)