Cierto día, llegó a un pueblo un hombre y pidió por las casas para comer, pero la gente le decía que no tenían nada para darle. Al ver que no conseguía su objetivo, cambió de estrategia. Llamó a la casa de una mujer para que le diese algo de comer.
- "Buenas tardes, Señora. ¿Me da algo para comer, por favor?"
- "Lo siento, pero en este momento no tengo nada en casa", dijo ella.
- "No se preocupe - dijo amablemente el extraño -, tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. Si Ud. me permitiera ponerla en una olla de agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.
- ¿Con una piedra va a hacer Ud. una sopa? ¡Me está tomando el pelo!
- En absoluto, Señora, se lo prometo. Deme un puchero muy grande, por favor, y se lo demostraré”
- ¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas patatas".
Una mujer se ofreció de inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya sabía mucho mejor, pero echó en falta un poco de carne.
Otra mujer voluntaria corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió la escena al pedir unas verduras y sal.
Y aquel hombre extraño desapareció dejándoles la milagrosa piedra, que podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.
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