Más arriba de cielo (44)
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A los miembros de una
congregación les intrigaba sobremanera el que su rabino –que era un hombre
reconocidamente santo- desapareciera todos los viernes sin que nadie supiera su
paradero.
Como
muchos de los miembros de la congregación sospechaban que en esas ocasiones el
rabino se encontraba con el Todopoderoso, encargaron a uno de ellos que
averiguara si tal suposición era cierta.
El
viernes el “espía” siguió al rabino hasta las afueras de la ciudad. Hora y
media de camino después, cuando ya sus piernas flaqueaban porque los pasos del
rabino eran muy rápidos, descubrió que éste se disfrazaba de campesino antes de
entrar en una casa bastante pobre, donde desde ese momento hasta el final de la
tarde atendía a una mujer no creyente que estaba paralítica.
En las
horas siguientes, el rabino lavó la ropa de la enferma y la planchó, le preparó
la comida para ese día y para el sábado, limpio la casa, hizo algunas
reparaciones y cortó leña para alimentar el fuego durante toda la semana.
Cuando
el “espía” regresó a la congregación, los otros miembros lo rodearon ansiosos:
-¿Adónde ha ido el rabino? –le preguntaron-. ¿Le has
visto subir al cielo?
-No –respondió el
“espía”, conmovido-. Le he visto subir más arriba.
Cuento de
la secta de los Jassidim
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